"Geométricos, paranormales, gráficos y amorosos."
En muchas categorías los triángulos, casi sin darnos cuenta, están siempre presentes.
Por Omar Donikián
Cuando hablamos de triángulos inmediatamente la mente nos proyecta a las aburridas clases de geometría cuando el profesor intentaba que en tan solo unos minutos nuestra memoria retuviese el equilátero, isósceles, escaleno, rectángulo, acutángulo y obtusángulo, ardua tarea casi imposible de cumplir. Luego, con el tiempo, vimos como el cine y la televisión los utilizó en películas como Aeropuerto 77, La isla, Los viajes de Gulliver y hasta en el dibujo animado Scooby-Doo, siempre en el espectáculo se conocieron muchísimos triángulos, pero en este caso "amorosos" como el conformado por Jennifer Aniston, Angelina Jolie y Brad Pitt. La masonería lo adoptó para representar a la sabiduría, la fuerza y la belleza colocando en su interior el ojo de Dios contemplando su creación. En medicina "El triángulo de Guillant" es el que se relaciona con los tics nerviosos, en la construcción forma el equilibrio perfecto y así como la manzana, en los logotipos, asegura el éxito, los triángulos dan estabilidad e impulso ascendente, decenas por no decir cientos de grandes marcas los adoptaron, Google drive, Play, la A de Fila, Airbnb, Guess, Reebok, Mitsubishi, Adidas, Qantas, Delta entre otros tantos, incluso en los reproductores musicales el "play" es un triángulo que en este caso simboliza movimiento y acción.
La desaparición de objetos y personas está documentada milenariamente en zonas trazadas uniendo tres puntos como el "Triángulo del Diablo" en las costas de Japón, donde se documentó la primera hace 1.000 años, continuando este suceso en el tiempo, lo que llevó al gobierno japonés, en 1995, a financiar una investigación mandando a la zona un grupo de expertos que nunca volvieron, el de "Alaska" registró desde 1988 16.000, el caso más clamoroso fue cuando el representante de la cámara de EEUU Thomas Hale Boggs desapareció con su avión en 1972, el gobierno norteamericano solicitó el envío de 50 aviones y 40 navíos que rastrillaron 82.000 kms2 sin hallar rastro alguno, los lugareños atribuyen estos hechos a "KUSHATA".
En Massachusetts el de "Bridgewater" ocupa unos 500 kms2 y se lo ubica en el pantano de Hockomock, los habitantes aseguran ver bolas de fuego, pájaros y serpientes gigantes. Otro extraño, pero no tan famoso, es el también mediterráneo de "Bennington" en Vermont. Llendo al mar, en las Islas Baleares, España, el "Del silencio" donde el piloto de un avión comercial asegura haber sido perseguido por un OVNI y haber tenido que aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Valencia. Siempre en el mar y logrando su fama a través del cine y los libros el de "Las Bermudas" o "Cementerio del Atlántico", trazado entre Miami y Puerto Rico, que saltó a la fama por el escritor Charles Echseider, dos casos fueron célebres, la desaparición de una escuadrilla de 5 aviones de la marina de EEUU en 1945 y la del USS Cyclops donde 309 marineros dejaron de existir, en este sector han pasado 10.000.000 de barcos y aviones en los últimos 100 años y solo han desaparecido 150, o sea, el 0,001%, los expertos lo atribuyen a las corrientes y a las olas de más de 30 mts de altura, pero el cine y los escritores a un fenómeno paranormal incomprobable. Del Caribe nos vamos a la Gran Manzana y allí veremos el "Mosaico triangular de Hess", en la 7° Av. y la Christopher street, que es el resultado de una disputa entre el gobierno de la ciudad de Nueva York y el patrimonio de David Hess, donde la placa dice” Propiedad de la finca Hess que nunca ha sido dedicada a fines públicos".
Y del actual ombligo del mundo volamos hasta el conurbano bonaerense cuando en el barrio de Tapiales se registró fotográficamente el avistamiento de OVNIS, en Julio de 1981, siendo portada de los diarios Crónica y La Razón y motivo de entrevista en el famosísimo programa televisivo de canal 11 "sábados circulares" conducido por Pipo Mancera. El autor de la fotografía fue, aunque parezca irrisorio, el pizzero italiano nacido en Potenza en 1939 y emigrado a Argentina a sus cortos 11 años, Juan Miguel Volonnino, que a sus 42 años decidió subir a la terraza de su local para inmortalizar con su cámara el cielo de su barrio, obturando por enésima vez el aparato y plasmar su hobby del negativo al papel. Lo que nunca había imaginado era que llevaría a la fama a un pequeño y humilde barrio de trabajadores. Hoy en el 2023, a sus 84 años, cuenta con merecido orgullo, pero solo a quien se lo pregunta, esa preciosa y única anécdota que hizo vivir a este poblado su noche de Cenicienta